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Warlock.-





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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ra, el Creador del Mundo.

Ra era el gran dios que al principio apareció bajo el aspecto de Nun.
Diariamente, Ra recorría su camino por el horizonte. Él fue padre de los padres y madre de las madres. Él se despojó de todo lo que había en él. Llevó muchos nombres y apareció bajo muchas formas.


Se lo llamó Atum, Horus de Hekem, Horus de Harakhte. Ra reformó la tierra y la pobló de plantas y animales. Ordenó las aguas y les señaló su rumbo. Entonces surgió de las aguas una vaca y se convirtió en cielo sobre las aguas y sobre la tierra.
Pero Ra también gobernaba sobre los arcanos detrás del horizonte y pacificaba a los dioses que estaban descontentos y ociosos.
Mas él también regaló a los animales el milagro del amor y los volvió activos para que pudieran alegrarse de su existencia en el mundo.
Tras ello reguló la duración de la noche y la duración del día.
Él fijó las estaciones del año e hizo que el Nilo inundara a su tiempo el territorio y que luego se retirara nuevamente al centro del valle para que hombres y animales pudiesen vivir.

Para regocijo del país y para que se lo recordara instituyó la sucesión de fiestas.
Ra amaba a las naciones.
Cuando él por primera vez había aparecido sobre la "isla de las llamaradas", sometió lejos las fuerzas de la obscuridad y del caos.
Él las hizo obedientes y a su hija Maat también. A Maat le confirió él toda la sabiduría y la ciencia necesaria para conducir el mundo y regirlo con justicia.
Durante sus viajes diarios a través del horizonte de los países probaba él desde entonces cómo Maat llevaba a cabo su voluntad, y trataba de saber si ella la contravenía.
Si era menester disuadirla con mofa y escarnio u otros daños, él no titubeaba nunca.
Ra se había resuelto también porque tuviesen vigencia en todos los tiempos el derecho y las buenas costumbres.
Para él se había reservado alguna vez el poner a prueba a todo hombre para saber si había sido obediente.
Por eso también se preocupaba él por el orden en Aminte, en el reino de los muertos.

Según H. Gardiner, Papiro hierático en el Museo Británico, Londres, 1935, y A. Scharff, Canciones solares egipcias, 43.


1. Los textos proceden del Imperio Nuevo. Las traducciones que son extraídas de ellos deben ser más viejas y pueden remontarse al Viejo Imperio, pues ya en aquel entonces el dios principal Atum fue identificado con Ra, el dios solar, en On, capital de los trece distritos del Alto Egipto, por lo cual los griegos llamaron también a este lugar Heliópolis.

Ra está unido a una poesía de la creación como el griego Helios para tributarle los honores correspondientes al guía más poderoso del pasado.
Las alusiones en los textos del libro de los muertos muestran que Ra atrajo para sí el mito de la creación del dios Atum y su enéada, del mismo modo que el mito de la fuerza creadora del dios Ptah de Menfis.
Por ello las metáforas sobre la labor creadora de Ra son propiamente metáforas sobre su acción como señor de los dioses.

2. La extensión de su dominio sobre el reino de los muertos es la prolongación necesaria de su omnipotencia en el futuro ilimitado, como las descripciones mitológicas de su labor creadora determinaron su pasado.
En favor de una posición histórica habla el hecho de que le es adjudicado el papel del legislador.
En la subordinación de Maat, en los textos de los himnos son celebrados ciertos miembros y partes del cuerpo del dios Ra como si fuera Maat, como su hija o compañera; así se observa que él es el dios de una fuerza nueva y políticamente poderosa.
Lo anterior es denominado de nuevo por él y es llevado a una nueva instancia legal que posee mayor sensatez.
Ahí este mito se asemeja a las reglas mitográficas según se derivan en los mitos de Zeus de la mitología griega o en los textos del Dios bíblico Jehová.
Puede suponerse que la personificación de Maat como diosa resultó después de que Ra fuera convertido en creador de la justicia y del saber.
Por cierto en eso se asemeja él al griego Apolo más que a su equivalente Helios.
La particularidad egipcia de esta narración mitológica estriba así y todo en la interpenetración de rey y dios, por la cual entonces Maat se convierte también, en los rituales reales, en la compañera del farón.


3. En los mitos egipcios corresponden los "Nombres" y las "Formas" a las conocidas tablas "me" del Antiguo Oriente.
Responden por funciones y tareas humanas. Cuanto más nombres y formas se atribuyen a un dios, tanto más poderoso e importante es éste.
Por ello a Ra le son adjudicados los nombres de la enéada; cuando Isis intenta arrebatarle a Ra, enfermo, sus nombres, después de haberle producido una enfermedad por medio de la picadura de una serpiente, actuó ella como Inana de Urik, quien arranca al embriagado Enki las tablas "me".
El conocimiento del nombre significa derrocamiento. Por ello, el mito, en el libro bíblico de Moisés 2.3. —en donde el Dios bíblico Jehová no revela a Moisés su nombre, sino que se lo hace claramente reconocible por medio de una circunlocución respecto de su actividad— no está exento de significado histérico-religioso; aunque carezca de paralelo egipcio.
Las diferentes partes constitutivas del nombre del ceremonial real egipcio y los nombres que cuenta el muerto durante su viaje por Aminte, el país de los muertos, muestran qué importancia asignaban los egipcios al nombre.
Los nombres son los elementos principales tanto en la magia negra como en la blanca.

4. Ra subyugó a Atum y Harakhte en Heliópolis. Su casta sacerdotal se convirtió en su fuerza más poderosa.
Es algo más que una simple suposición que su creciente influencia debe atribuirse a la ocupación de la ciudad de On por parte de una tribu de la península arábiga.
El nombre de Harakhte fue aplicado a Ra poniente y el de Atum a Ra naciente.
Como el nombre de Ra puede comprobarse desde la quinta dinastía como parte integrante del ceremonial real, este proceso podrá ser añadido al surgimiento de la quinta dinastía.
Ya en el tardío Nuevo Imperio había conducido a ello la desaparición de la religión de Estado a la que pertenecía Ra, con lo cual él debería entregar su preeminencia al dios Osiris. Para los pobladores del Viejo Imperio sería inconcebible una poesía sobre el asombro de Ra ante la picadura de una serpiente, causada por orden de Isis.

Espero que les resulte no solo interesante, sino también una buena información sobre parte de la cultura egipcia.

Warlock.-


Artículo extraído del libro "Los Mitos Egipcios", de Walter Beltz.

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